La adolescencia es el período de maduración y crecimiento más relevante de nuestro desarrollo, siendo esta etapa el paso hacia la edad adulta desde la infancia y transcurriendo aproximadamente entre los once y los veinte años de edad.
En la adolescencia llega la pubertad y el cuerpo empieza a sufrir una transformación acelerada. Aparecen los caracteres sexuales, nos cambia la voz, nuestro tamaño y fuerza aumenta en gran medida y se producen grandes cambios hormonales que alteran nuestro estado de ánimo y nuestra conducta.
A su vez, se empieza a dejar atrás la etapa infantil y empiezan a aparecer demandas por parte de la sociedad cada vez más complicadas, más adultas. Empieza a exigirse cierta responsabilidad sobre los propios actos y se empieza a dar cada vez más importancia a las relaciones sociales.
Los padres dejan de verse como seres perfectos y se empiezan a ver sus limitaciones y las diferencias existentes entre ellos y el adolescente, a pesar de que se sigue siendo dependiente de ellos. Se produce por lo general cierto alejamiento de la familia y las amistades pasan a focalizar la atención y la preferencia del futuro adulto.
El pensamiento también cambia, tanto como efecto de los cambios madurativos cerebrales como por los cambios psicosociales derivados de ellos. Va a ser durante el transcurso de la adolescencia en que se desarrollan gran parte de las funciones ejecutivas, tales como la capacidad de planificación, orientación a metas, iniciación del control y la inhibición de la conducta, la organización de la propia actividad o flexibilidad mental.
Es también una etapa de exploración: además de todo lo anterior se van abriendo nuevas posibilidades y aparece una mayor apertura y búsqueda de experiencias. Asimismo poco a poco se va a ir generando la identidad según se van explorando diferentes patrones conductuales y seleccionando los valores nucleares que van a conducir nuestra conducta.
Teniendo todo ello en cuenta, la adolescencia puede llegar a ser muy angustiante y generar una gran tensión en quien la sufre, pudiendo reaccionar con cierta hostilidad y siendo habitual que aparezca cierta rebeldía.
Es por eso que es importante que tu hija o hijo canalicen su energía en alguno de los talleres que tenemos para ellos.